El mundo musical

Comparte el blog con tus amigos Compartir

Datos personales

domingo, 17 de abril de 2011

Caminando hacia el presente

Caminando hacia el presente (modificado)


Jorge sentía cómo se apagaba su ilusión. Había trabajado muy duro toda su vida para llegar a tener una estabilidad económica en la vejez. Siempre soñó pasar los años de madurez viajando y disfrutando lo que le restara de vida... Y ahora, a los 50 años, se había arruinado. Todo cuanto consiguió se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Se encontraba como cuando era un adolescente, es decir, sin nada. Con la diferencia de que ahora ya no tenía la energía y el ímpetu de entonces, y tampoco tenía tanto tiempo como en la juventud. Se sentía desolado, sin ganas de volver a empezar y sin ganas de seguir en su nueva situación.

Salió a dar un paseo por la playa, necesitaba el aire fresco, el ruido de las olas, la brisa del mar y pensar… pensar mucho. Debía encontrar la forma de resolver su triste situación. En su paseo miró hacia atrás y se fijó en las huellas de sus pies, marcadas en la fina arena mojada… una ola las cubrió y se borraron de nuevo… “Eso es mi vida ahora, una huella borrada”… Lloró desconsolado y siguió su paseo con la mirada fija en el suelo.

Un hombre de unos 30 años se cruzó con Jorge y al ver sus lágrimas se paró a preguntarle -¿Se encuentra bien?- . Jorge miró al joven y casi sin pensar empezó a contar su historia… ¡Necesitaba tanto desahogarse con alguien! El hombre le escuchaba con atención y trató de animarle. Jorge reparó en su vestimenta harapienta y no pudo evitar preguntarle -Parece que a usted tampoco le va demasiado bien; pero aún es joven y está a tiempo de remontar, ¡no pierda el tiempo!, y fórjese una buena vejez. Llegará un día en el que no pueda trabajar y necesitará recursos-. El hombre le miró con extrañeza y pausadamente le contestó -a mí me va muy bien, vivo como me gusta. Disfruto cada amanecer, cada puesta de sol, dedico tiempo a la lectura, viajo, cultivo amistades con personas increíbles... aprendo cada minuto de lo que me rodea- contestó.

-¿Pero no trabaja ni hace nada de provecho?

-Trabajo lo necesario, así tengo más tiempo para disfrutar lo que la vida me brinda cada momento. Aprovechar bien la vida es hacer algo de provecho-. Concluyó y con un gesto amable se despidió de él siguiendo su camino.

Jorge se volvió mirando cómo se alejaba y pensó que aquel hombre sería un pobre desgraciado en la madurez, con una vida difícil y triste.

Siguió su paseo, recordando la conversación que acababa de mantener. Iba distraído en sus pensamientos y sin darse cuenta pisó a un joven, que hacía castillos de arena, con tan mala suerte que cayó encima rompiendo el castillo que tan afanosamente hacía el muchacho, que no tendría más de 18 años.

-¡Cuanto lo siento!- se disculpó Jorge. El muchacho se le quedó mirando unos segundos y con una sonrisa le dijo –no importa volveré a reconstruirlo. A Jorge le dio pena que aquel chico perdiera así su tiempo, y sin que nadie se lo pidiera, contó su historia al joven. Con la mejor de sus intenciones le aconsejó -no pierdas tu juventud haciendo castillos de arena... acabas de ver que no tienen ninguna consistencia. Aprovecha el tiempo para forjarte un buen futuro, luego, cuando menos lo esperas viene la madurez y no tendrás nada.

-Soy muy joven para pensar en mi madurez. Ahora estoy ocupado en disfrutar de mi juventud.

-Pero deberías pensar en hacer algo de provecho para el futuro.

-Ya lo estoy haciendo... disfruto cada momento que se me brinda ¿no es eso de provecho?-.

Jorge se despidió del muchacho, que empezó a reconstruir su castillo de arena. Y siguió su paseo convencido de que esa conversación no llegaría a ninguna parte, el joven no comprendía que sólo trataba de darle un consejo. No valoraba su experiencia.

Andaba despacio, apesadumbrado por su mala suerte. Volvió a mirar atrás… miró de nuevo sus huellas cada vez más apenado, y vio que un anciano las iba pisando una a una, acercándose a él. Tendría unos 80 años y parecía un hombre feliz. –Parece usted muy triste- le dijo el anciano de pelo blanco y mirada limpia. -Usted parece feliz- contestó Jorge- Yo he trabajado duro toda la vida, para poder disfrutar de una madurez tranquila… he tenido mala suerte, seguro que a usted le fue mejor que a mí.

-Nunca he trabajado duro para tener una buena vejez... he trabajado porque tenía que hacerlo para poder sobrevivir. Pero he gastado todo según lo ganaba y ahora no tengo nada.

-Entonces ¿por qué parece tan feliz si no tiene nada?


- Porque no lo necesito. Tengo una familia que me quiere, amigos y muchas vivencias alegres que me proporcionan satisfacción.

-No lo entiendo. Si no ha hecho nada de provecho ¿qué satisfacción puede tener?

-He aprovechado cada momento bueno que se ha presentado, he vivido y sigo viviendo el momento, ¿invertir el tiempo en ser feliz en cada momento no es algo de provecho?-contestó con una gran sonrisa.

Jorge se despidió del anciano y se fue a su casa sintiéndose mucho peor que antes; pensando que había desperdiciado su vida preparando un futuro mejor… No disfrutó los buenos momentos que se le fueron presentando, estaba demasiado ocupado en forjarse una estabilidad... ¿qué estabilidad? pensó.

-¡Si volviera a nacer haría las cosas de otra forma! Disfrutaría el presente e intentaría ser feliz, sin obsesionarme tanto en el mañana.

-¿Y por qué no empiezas ahora?, has vivido la mitad de tu vida sin apenas apreciarla... ¿Por qué no empiezas a disfrutar desde hoy cada minuto, hasta el fin de tus días?-.


-¿Quién ha dicho eso?- preguntó Jorge, que se encontraba solo en la puerta de su casa.

-Soy tu presente. Llevo 50 años contigo y ni siquiera te has dado cuenta de que estaba aquí. El pasado va detrás de ti y el futuro va por delante. Solo yo, estoy siempre contigo, esperando que aceptes lo que te ofrezco. Si lo haces, te proporcionaré muchos buenos momentos. La vida es de provecho si sabes aprovecharla siendo todo lo feliz que puedas. No importan las circunstancias... sólo serás feliz si eres agradecido con lo que tienes.

-¿Qué debo hacer entonces? No tengo medios… me he quedado sin nada.

-¿Sin nada?... ¿Ha cambiado la playa ahora que te has arruinado? Y el mar… ¿ha cambiado? ¡Todo te está esperando! ¡Disfrútalo! ¿Qué importa si tu bolsillo está lleno o vacío?-.

Jorge al fin comprendió lo que le decía el presente. Pensó en el joven, en el anciano y en el hombre harapiento. Comprendió que lo verdaderamente importante, es hacer aquellas cosas que alegran el espíritu…

… Y se marchó en compañía de su presente dispuesto a beberse la vida… en sus ojos había un brillo de ilusión.

Un beso a todos.

*María Jesús* Safe Creative #1105069151362 Compartir

5 comentarios:

  1. Hola, quería agradecerte -personalmente- las amables palabras que me has dedicado en el blog de Jabo.

    Magnífico y aleccionador mensaje nos dejas... evidentemente esa siempre ha sido mi forma de virvir :)

    abrazos agradecidos

    ResponderEliminar
  2. Iré al grano... hoy me apetecía darte un gran y entrañable abrazo. nada más, y nada menos. Jabo

    ResponderEliminar
  3. Mariluz.
    Eres muy generosa, y lo digo sinceramente. Has aportado un rayo de luz con tu testimonio a los que hemos tenido la suerte de leerlo... ahora has pasado por este rinconcito a dejar tu huella. Soy yo quien agradezco enormemente que personas de tu calibre me recuerden por y para qué he nacido.

    Un beso cargado de cariño.

    ResponderEliminar
  4. ¡¡¡Jaboooooooooo!!! Acabo de llegar de la playa... de un gran paseo de 4 días, me apetecía pensar como a Jorge... nada podía darme más alegría al volver que tu abrazo. ¡Gracias más mejor amigo!

    Un beso muy grande.

    ResponderEliminar
  5. Me ha encantado llegar por primera vez a tu blog y leer esta bonita historia con un excelente consejo a seguir: Carpe diem!!!

    Estoy encantada de que hayas visitado mi blog! Vuelve cuando quieras! Con tu permiso, haré alguna escapadita por aquí... Y ya que estoy, voy a "incordiar" en tus otros blogs :-D

    Un abrazo!

    ResponderEliminar