El mundo musical

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viernes, 25 de noviembre de 2011

“El valor de cada uno”


Un niño entró en una tienda de animales y preguntó el precio de unos cachorros que estaban en venta.

-Entre 30 y 50 euros, respondió el dueño.

El niño sacó unas monedas de su bolsillo y dijo:
 -Sólo tengo 2 euros... ¿Podría ver los perritos?

El dueño de la tienda sonrió y llamó a Fifí, la madre de los cachorritos, que vino corriendo, seguida de cinco bolitas de pelo. Uno de los cachorritos venía el último y caminaba con dificultad.

El niño, señalando a aquel cachorrito, preguntó:
-¿Qué le ha pasado?

El dueño de la tienda le dijo que el veterinario le había examinado y descubrió que tenía un problema en el hueso de la cadera, de manera que siempre caminaría con dificultad.

El niño se animó y dijo con los ojos llenos de alegría:
¡Ése es el perrito que quiero comprar!

El dueño de la tienda respondió:
-No, a este no lo puedes comprar. Si de veras lo quieres, te lo regalo.

El niño guardó silencio y con los ojos llenos de lágrimas, miró fijamente al dueño de la tienda y le dijo:
-Yo no quiero que usted me lo regale. Este perrito vale igual que cualquiera de los otros y yo voy a pagarlo todo. Le doy ahora 2 euros, y le iré pagando cinco euros cada mes, hasta pagar todo.

Sorprendido, el dueño de la tienda le contestó:
-¿Cómo vas a comprar este perrito? Nunca podrá correr, saltar o jugar contigo y con los otros perritos.

El niño, muy serio, se agachó y se descubrió lentamente la pierna izquierda, dejando ver la prótesis que usaba para andar... Y, mirando al dueño de la tienda le respondió:
-Mire...a mí me falta una pierna...Yo no corro muy bien y el perrito va a necesitar de alguien que lo entienda.

A veces despreciamos a las personas con quienes convivimos todos los días a causa de sus defectos, cuando en realidad todos somos iguales o peor que ellas. No nos damos cuenta de que esas mismas personas necesitan de alguien que las comprenda y las ame, no por lo que ellas pudieran hacer, sino por lo que realmente son. Amar a todos es difícil, pero no imposible.

Confieso que al leer de nuevo este cuento, no he podido evitar mocionarne... he llorado de ternura, y he recordado a algunas personas a las que quiero y se parecen mucho a ese niño. Es precioso pensar que hay muchos niños como el del cuento repartidos por el mundo. Espero que todos tengáis la suerte de encontraros uno...

Pido disculpas por mi larga ausencia y espero mantenerme en activo.
Feliz fin de semana y un beso muy grande!

María Jesus